
María del Rosario Loyola Romo | Lic. en Pedagogía y Capacitadora Independiente
Todos contamos con habilidades que definen nuestras aptitudes para realizar ciertas tareas, con mejores resultados que en otras actividades. Pero, es la práctica de esas cualidades lo que nos da ese ‘extra’ necesario para destacar en nuestro trabajo. Se trata de construir nuestros talentos.
En mi función docente, he podido constatar que un gran número de empleados renuncian a sus puestos de trabajo por falta de motivación, de reconocimiento, o por carencia de oportunidades de crecimiento y desarrollo. No tienen (o no encuentran) las oportunidades necesarias para demostrar sus aptitudes, ni tampoco para pulir sus habilidades.
A través del diálogo con participantes en actividades de capacitación y desarrollo, tuve la oportunidad de interrogar a estudiantes, empleados y maestros, preguntándoles: “¿Qué entiendes por talento?”. Sus respuestas oscilaron entre los siguientes conceptos:
- El conjunto de capacidades que tenemos.
- Una serie de elementos que nos hacen hábiles en cierto campo.
- Lo que nos define como ‘buenos’ para una actividad.
- El conjunto de competencias que tenemos desde el nacimiento.
- Es para lo que alguien es mejor que otros.
- Son regalos de nuestro creador.
- Es una parte de la personalidad que distingue a alguien como muy bueno para algo.
- Son dones gratuitos.
- Es algo muy propio y valioso.
- Son regalos valiosos y tenemos que utilizarlos.
- Es algo tan valioso como el propio dinero porque, si lo explotamos, nos da ganancias.
- Es el conjunto de habilidades que nos hacen competitivos.
En mi opinión, todos los interrogados tienen razón, pues sus respuestas coinciden (parcial o totalmente) con las definiciones y la evolución del término ‘talento’: la conjunción de habilidades innatas y capacidades creativas de una persona, que pueden mejorarse y pulirse por medio de la práctica, la capacitación, el entrenamiento y el desarrollo.
Tus habilidades: Los tesoros por excavar
La palabra ‘talento’ proviene del latín talentum, y ésta del griego tálanton, que alude al platillo de una balanza, y (por extensión) también a las cantidades de metales preciosos que se colocaban ahí, para pesarse.
En épocas posteriores, tras una nueva evolución del término, se llamó ‘talento’ a diversas monedas que circulaban en varias ciudades del mundo helénico. Y fue como nombre de moneda que el talentum llegó hasta Roma, donde (a cierta altura del desarrollo del Imperio) el término ‘talento’ adquirió el significado de tesoro.
En el mundo castellano, el vocablo ‘talento’ aparece en 1155, en el Fuero de Avilés, con el sentido de ‘inteligencia’ o ‘dotes intelectuales’. El Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (el Corominas) presenta la hipótesis de que este cambio de sentido puede deberse a la parábola bíblica, en donde protagonizan los talentos (tesoros) que le habían sido confiados en custodia a un colaborador, a diferencia de otro, quien enterró el tesoro que le fue entregado, sin extraer de él ninguna utilidad, lo que desembocó en el significado de ‘talento’ como ‘dotes naturales’.
Encuentra tu excelencia, y explótala
En su obra El hombre mediocre, José Ingenieros marca la diferenciación entre genio y talento: llama ‘genio’ a quien crea nuevas formas de actividad que no han sido emprendidas por otras personas, o al que desarrolla actividades que, aunque ya son conocidas, las realiza de un modo enteramente propio y personal. Y denomina ‘talento’ a aquél que practica sus actividades de mejor manera que la mayoría de los que cultivan esas mismas aptitudes.
Por lo tanto, para que tus colaboradores cuenten con las oportunidades de crecimiento para desarrollar sus talentos, recomiendo las siguientes acciones para implementar en tu negocio:
- Fomenta la comunicación interna.
- Promueve la participación en cursos de capacitación.
- Propón a tus colaboradores nuevos retos y desafíos.
- Mantente abierto y dispuesto a escuchar propuestas de mejora.
- Haz del reconocimiento y del elogio tus mejores aliados.
- Actualízate, colócate a la vanguardia respecto a las múltiples opciones del desarrollo humano profesional.
- Observa y valora las situaciones en las que tus asociados muestran compromiso.
- Vigila los factores de motivación.
- Evalúa periódicamente tu clima laboral.
- Trata a todos y a cada uno de los miembros de tu empresa como personas, no como fichas.
- Instaura planes de apoyo en beneficio de las familias de tus trabajadores.
- Informa e incluye a los empleados en la implementación de tus proyectos.
- Esmérate en cultivar la cordialidad y los detalles de manifestación de aprecio entre tu personal.
- Procura que tu marca o tu razón social enorgullezca a tus colaboradores y afiance su sentido de pertenencia.
- Establece programas de estímulos.
- Cumple con tus promesas y sé congruente con tus objetivos.
- Invierte en el desarrollo de los talentos de tu personal.
La optimización del talento representa el desarrollo de la excelencia.
Actualmente, tanto las personas como las organizaciones se rigen y se evalúan por competencias o ‘talentos’ puestos en práctica. La optimización del talento representa el desarrollo de la excelencia, cuyo término deriva de ‘exceder’, o aportar más. El ‘talento’ es el potencial, y la ‘excelencia’ es la intensidad con que se manifiesta. El potencial que los empleados desarrollen será el activo más valioso.
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